A veces construimos máscaras tan hermosas de nosotros mismos que nuestros seres más queridos nos terminan conociendo sólo por medio de ellas, pero todos tenemos una parte oscura. Aprende a reconocerla y sácala de tu vida.
¿Qué tanto te conocen realmente tu pareja, hijos, colaboradores y amigos?
¿Conocen también tu lado oscuro o lo escondes para ser aceptado?
Cuando las personas pierden su matrimonio, trabajo, quiebra su empresa o se enferman, se vienen abajo a pesar de que parecían ser sólidas como una roca, porque en realidad no eran ellos mismos, sino sólo una parte que mos- traban a los demás. La educación familiar y social, junto con nuestro Ego, en muchas ocasiones hace que tratemos de brillar y ser reconocidos por nuestras buenas acciones, creando apariencias de nosotros mismos que muestran todo lo bueno que tenemos, escondiendo aquello que no nos gusta; un poco como las fachadas de los edificios, muy bonitos por fuera pero que ocultan la estructura que los sostiene; llegan a ser tan hermosas y convincentes que nuestra familia y amigos suelen conocernos solamente por medio de ellas, ocultando de forma inconsciente nuestro lado oscuro, manteniéndolo sólo para nosotros. Y es precisamente por medio de la retroalimentación que nos da el resto, que nos vamos creyendo esa imagen propia, pensando que somos la fachada que proyectamos, es decir, sólo la parte luminosa, al grado de dejar de saber que tenemos un lado oscuro.
En una ocasión tuve el privilegio de convivir en una terapia de grupo con unos ciento cincuenta compañeros. Casi todos me preguntaban por qué actuaba como un hombre tan bueno y con una sonrisa tan noble, y por qué no mostraba mi parte oscura. Yo les respondía que esa parte no la tenía y sin embargo, todos insistían en que sí. Yo no lograba entender qué sucedía, pues en realidad no veía mi lado oscuro. Fue hasta que lo reconocí, lo acepté y me disfracé de Darth Vader, cuando realmente pude observarlo y hacerlo a un lado de mi vida diaria, pero siendo consciente de que existe.
Cuando buscamos conquistar a nuestra pareja, le mostramos nuestra mejor cara, ocultando ese lado oscuro, y es a lo largo de los años y de la rutina diaria que nuestras parejas van descubriéndolo; y cuando nos lo tratan de mostrar, lo negamos, ya que ni siquiera estamos conscientes de él. Es en este punto donde muchos matrimonios fracasan. Sin embargo, si nos abrimos, podemos descubrir mediante nuestra pareja, hijos, amigos o cualquier otra persona, esa parte y aprender de ella, transformándola finalmente.
A veces, nuestra fachada es tan perfecta y somos tan buenos actores, que ya ni nuestra pareja, familia o amigos se dan cuenta de la parte sombría. Acaban enterándose una vez que hemos muerto, cuando nos divorciamos, etcétera. Por ejemplo, un gran empresario mexicano que esperó a que se casara el último de sus hijos para divorciarse, “salir del clóset” y casarse con uno de los mejores amigos de sus hijos. Qué horror tener que vivir una doble vida llena de engaños e hipocresías, en lugar de ser tú mismo en todo momento.
Me dio muchísima risa cuando mi amigo Alejandro me dijo: “El día que te canses de tu novia y quieras cortar, lo único que tienes que hacer es comenzar a actuar como realmente eres y dejar de mostrar tu mejor lado, por ejemplo: te echas un gas sonoro en su presencia sin ninguna pena o eructa sin fingir. Ya verás cómo muy pronto se despide de ti, ella solita”. Me reí a carcajadas, pero al mismo tiempo, me resultó aterradora la profundidad de su mensaje.
Esto no ocurre sólo con la pareja, también pasa en otros roles de la vida; en nuestro trabajo muchas veces mostramos nuestra mejor cara porque lo que queremos es mantenerlo, hasta que por algún enojo, frustración o emoción ne- gativa, explotamos, y la gente no puede creer cómo nos comportamos. Podemos tener una fachada marital, laboral, social o religiosa hasta que un día la vida se encarga de derrumbarla, dejándonos completamente al desnudo con todas nuestras imperfecciones y lo que no nos gusta reconocer de nosotros mismos.
Y tú... ¿qué tan auténtico eres?
¿Vives de caretas o de tu verdadero ser?
¿Qué tanto te conocen realmente tu pareja, hijos, colaboradores y amigos?
¿Conocen también tu lado oscuro o lo escondes para ser aceptado?
Ojalá que la vida no te obligue a darte un golpe para que derrumbes tus apariencias, y te muestres ante la sociedad como auténticamente eres, con tus virtudes y defectos. Si ocultas tu lado oscuro jamás te van a poder ayudar a corregirlo y vivirán con un fantasma. Y lo peor del caso es que tú vas a tener que vivir una vida llena de farsas y actuación, en donde nunca vas a ser tú mismo. No se trata de mostrar tus defectos para que te acepten a la fuerza con ellos, sino para que te ayuden a reconocerlos y corregirlos.
Sólo exigiéndonos el uno al otro ser mejores, conociendo a la perfección nuestros defectos, podemos llegar a superarnos mutuamente.
¡Derrúmbalas!
¡Termina de una vez por todas con la actuación! ¡Comienza a vivir de forma auténtica, a luchar por ser mejor cada día para ti mismo, y a no vivir sólo para la aceptación de los demás!
Si Dios conmigo... ¿quién contra mí?
M E D I T A C I O N E S P A R A R E N Ä S E R
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